¡Cierren
las salas, el arte está en la calle! Empujado por el grito
revolucionario y un espíritu que todavía con-serva su barniz de
idealismo, un joven Alfredo (Óscar Jaenada), decide crear “un
arte más libre, hecho con el corazón, capaz de hacer que la
gente se sienta vi-va”. Su concepto del teatro empieza más allá
del escenario, se traslada a pie de calle, cara a cara con el
público. Allí en una plaza cualquiera, en un parque o en la
avenida más comercial de la ciudad, Alfredo y su grupo
No-viembre comienzan la función: demonios que provocan a los
paseantes, ac-tuaciones de denuncia social, acciones llevadas al
extremo que ponen en alerta a las fuerzas del orden público. No
hay límites ni censuras, sólo hay ideas y todas valen si son
capaces de conseguir que el espectador deje de ser espectador y
pase a formar parte del guión; se sorprenda, se asuste, ría o
llore. El teatro como la vida, la vida como el teatro… ya no
hay diferencia.
Fragmento de la película Noviembre:
-¿Sabe por qué quiero hacer teatro?
-Se lo voy a decir. Quiero hacer teatro porque quiero hacer algo por
mí y por los demás. Quiero hacer teatro porque creo que sirve para
comunicarse entre los seres humanos, porque creo que puede ser un
camino hacia el entendimiento y hacia la comprensión. Por eso.
-Así que quieres cambiar el mundo...
-Pues sí, me encantaría cambiar este puto mundo. Y creo que todavía se puede cambiar.